lunes, 7 de julio de 2008

Cuarto Articulo




“...más del 90% de la población y en donde la inversión por alumno es 5 a 10 veces inferior a la de los establecimientos particulares pagados.” (cita texto)
Me pareció atractiva esta mención para dar comienzo a este articulo, probablemente porque el gasto por alumno en nuestro país está siempre como punto de controversia de los encargados de la educación en Chile. No podemos recurrir reiteradas veces a la coartada de la falta de medios para explicar nuestros malos resultados. No es así, hay países que gastan menos y obtienen mejores resultados. Quizás, solo quizás, no es tan solo un problema de carácter económico. Podría inferir entonces de lo anterior, que esto no significa que en algunos centros educacionales, subvencionados por el estado, sea necesario aportar más dinero. Lo que trato de exponer es lo siguiente:
A pesar de que la solución pareciese que siempre pasa por un aumento del gasto público la mayoría de los estudios realizados no han encontrado como única relación “gasto v/s calidad” en la problemática de los malos resultados académicos. Existen otros factores incidentes, por ejemplo, el sentido y significado que la educación tiene para el alumno, las propias capacidades de estos, la competencia de los profesores, el currículum, la familia, etc. Entonces podría objetar que más gasto no produce necesariamente más aprendizaje. No obstante, no puedo obviar que en el aspecto social original, con que llega a la vida el hijo de una familia pobre, lo pone en desventaja en el punto de partida frente a una familia acomodada, de clase media o de la elite socioeconómica. Las políticas sociales deberían atender a esa desventaja para eliminarla a través de mediaciones que discriminen positivamente a los pobres y procuren su “movilidad ascendente”.
“Incluso, se omite muchas veces que se trata de una inversión de largo plazo y que presenta múltiples externalidades sociales.”(cita texto).
¿Será este largo plazo lo que no están dispuesto a esperar algunos padres e hijos?. Actualmente las cifras estadísticas muestran la gran deserción escolar, donde también nos informan que el nivel socio-cultural en el que se desenvuelven estos adolescente apuesta solo a aprender a escribir y leer. La opción entre estudiar o trabajar, significa que aquellos que estudian invierten en sus propias capacidades limitando sus ingresos actuales a favor de los que puedan obtener incrementados en el futuro, una vez concluidos los estudios.
La adquisición de conocimientos por parte de las personas da lugar a benéficos sociales. Pero si las políticas y los valores no se orientan con eficacia hacia la mejora, por muchos recursos que se pongan en el sistema, éste no mejorará. Esto es preciso recordarlo una y otra vez. Si no acertamos en los valores y en las políticas, no obtendremos buenos resultados.
Se ha erradicado la L.O.C.E. para transformarla en lo que hace un par de días se conoce como L.G.E. (Ley General de Educación). Muy por el contrario a lo que esperábamos los estudiantes de este largo país, esta nueva norma es solo la vieja ley encubierta con un nuevo nombre y cambios de redacción. La nueva Ley General de Educación (LGE) no es más que un remozamiento de la LOCE, por parte de este parlamento, diseñado por los empresarios para legislar
“...rechazar la histórica propuesta de ley si se considera la forma y resultados del sistema educativo chileno. La reforma impuesta en los años 80 configuró un particular esquema de subsidio a la demanda, y propició con recursos estatales la ampliación de la provisión privada con casi nulas regulaciones, controles y requisitos.” (cita texto)
La orientación de la LGE apunta a corregir la LOCE para terminar con la discriminación y garantizar la calidad de la enseñanza. Más aún, establece un nuevo marco regulatorio para la educación pública y privada, haciendo compatible la libertad de instrucción con el derecho de todos los chilenos a una formación de calidad.
La lucha del movimiento estudiantil ha perdurado por años, gran logro de pingüinos y universitarios. Lamentablemente estos “gritos de auxilio” han sido desviados por el gobierno, la concertación y la derecha, instalando el Consejo Asesor Presidencial (CAP).
Buscando acabar con las tomas y sacar a los estudiantes de la calle, se les obligo implícitamente a mesas de diálogo con los empresarios de la educación, para dejar nuevamente el problema de la educación en manos de un gobierno que profundiza año tras año el legado de la dictadura.

A modo de conclusión puedo manifestar lo próximo:
Nuestro país vive momentos de cambio y oportunidades de índole, económica, política y social. A partir de la convicción de que la educación debe ser elemento clave para el desarrollo social, cultural, político y económico del país, el fortalecimiento de la soberanía Nacional, para la construcción de una inteligencia individual y colectiva; y para combatir eficazmente la pobreza. El propósito central debería ser, hacer de la educación el gran proyecto nacional. Las personas son el recurso más valioso de una nación y es la educación el medio por excelencia para desarrollar sus capacidades. En el ámbito educativo nuestro país debe afrontar problemas
diversos, entre ellos, los relacionados con la cobertura y la equidad que, pese a los esfuerzos de varias décadas, aún no se han resuelto satisfactoriamente.
Además existen retos inmediatos e importantes que el país plantea al Sistema Educativo Nacional, entre otros: ampliar y diversificar aun más la oferta educativa de buena calidad en todos sus tipos, niveles y modalidades y acercarla a los grupos más desfavorecidos, poniendo atención especial en responder oportunamente a las demandas de la sociedad del conocimiento.

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